Tras el desayuno cogemos un taxi que nos lleva a la agencia de coches de alquiler para recoger el vehículo que previamente habíamos reservado desde Madrid.
Una vez recogido el coche, un Ford Focus que practicamente estrenamos nosotros, nos ponemos rumbo al primer destino del día, las Pirámides de Stob.
Pirámides de Stob
Se trata de una formación natural que ha surgido de la combinación de un suelo compuesto de materiales relativamente blandos con la erosión de los elementos (viento, agua, etc) a lo largo de los años.
Las Pirámides de Stob han sido declaradas Monumento Natural y se encuentran al sur de Sofía, a poco más de 100 kilómetros de distancia (aprox. 1h 20 minutos de trayecto). La principal ventaja es que la localidad de Stob está prácticamente de camino al famoso Monasterio de Rila con lo cual apenas hay que desviarse.
Una vez que llegamos a la localidad de Stob seguimos el camino colina arriba (está señalizado) hasta llegar a una explanada amplia donde puedes aparcar de forma gratuita. Ahí también tienes un bar con terraza donde puedes tomar algo y un poco más adelante está la taquilla donde puedes comprar las entradas. En ese punto comienza la ruta que te llevará a las Pirámides de Stob.
La ruta tiene aproximadamente 1,3 kilómetros de longitud. Es una ruta lineal, es decir vas y vuelves por el mismo sendero. En el recorrido tendrás que superar unos 150 metros de desnivel y hay un par de rampas fuertes en la parte final del recorrido.
Te recomiendo que lleves calzado apropiado ya que en días de lluvia el terreno se vuelve muy resbaladizo. A lo largo del camino hay bancos y piedras grandes donde te puedes sentar a descansar.
La parte más impresionante es la que está más cerca del final , donde hay varios miradores que permiten contemplar tanto las pirámides como la cima de Rila, el río, los caminos hacia el Monasterio de Rila,etc. Para que oa hagáis una idea, el grosor de las pirámides en su parte inferior es de 30 – 40 metros y tienen una altura promedio de entre 6 y 10 metros.
Los colores de las pirámides son muy llamativos pasando del amarillo claro al marrón oscuro y al rojo. Según la hora del día y la estación del año, la intensidad de la luz hace que se vean de distintos colores.
El acceso finaliza a las 18:30. La entrada cuesta 2BGN (aprox. 1 euro) y el recorrido de ida y vuelta te llevará entre 30 – 40 minutos.
Sin duda esta es la forma más «sencilla» de ver las Pirámides de la aldea de Stob, pero también pueden verse desde abajo, sin subir a la parte alta de la montaña y sin necesidad de pagar entrada. Para ello tienes que desviarte a un camino de tierra que hay abajo. Si no dispones de mucho tiempo te recomiendo que vayas a la parte superior que está mejor señalizada.
Terminada la visita decidimos seguir el camino. Ya va siendo buena hora para comer y junto a la carretera descubrimos un pequeño restaurante con mucho encanto.
El Complejo Valdis se ubica junto a la carretera en una zona montañosa por donde discurre un río. También dispone de hotel y creo que es una buena opción si quieres alojarte en plena naturaleza, aunque nosotros solo nos limitamos a saborear una deliciosa ensalada Shopska, carne con salsa de champiñones y pollo presentado en una singular cazuela de barro.
Finalizada la comida continuamos el camino, los 13 kilómetros que nos separan del Monasterio de Rila
Monasterio de Rila
Llegamos al lugar donde se ubica el Monasterio y conseguimos aparcar gratis sin demasiado problema justo delante del acceso al Monasterio. Nada más llegar se ven unas pinturas pero no impresionan demasiado….y es que lo realmente interesante está dentro, en el patio.
Una vez dentro del patio todo es increible. Desde el edificio de la iglesia con sus bellas pinturas en el interior y en los soportales hasta el edificio que rodea a la iglesia, o el campanario que está al lado de la iglesia y donde, si tienes suerte puedes ver a los monjes realizar un repique de campanas que es muy original.
El Monasterio de Rila se fundó en el Siglo X por San Juan de Rila que fue un ermitaño que canonizó la iglesia ortodoxa. Según cuentan, se retiró a estas tierras y vivió en el hueco de un árbol tallado en forma de ataud.
Su fama de santidad se fue extendiendo y muchos seguidores se desplazaron hasta el lugar para tratar de seguir su ejemplo de vida. Él siguió viviendo en una cueva cerca del monasterio mientras que el complejo fue construido por sus discípulos.
A su muerte, la tumba de San Juan de Rila se convirtió en lugar sagrado de peregrinación y el primitivo monasterio fue transformándose en un complejo cada vez más grande.
Con la llegada de los otomanos a mediados del siglo XV gran parte de los edificios se destruyeron, pero a finales de ese siglo diversas personalidades y organismos efectuaron donaciones para recuperarlo.
Nuevamente en la época del Despertar nacional búlgaro, el monasterio fue incendiado en el año 1833 y otra vez, diversos búlgaros adinerados sufragaron su reconstrucción.
En 1976 fue declarado Monumento Histórico Nacional. En 1983 se declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.
La verdad es que hasta que no lo ves en persona no te haces a la idea lo impresionante y lo hermoso que es.
Una vez que hayas recorrido todo el patio puedes salir por el otro extremo del edificio donde se ve un rio que pasa junto a los muros del monasterio y donde también encontrarás tiendas de recuerdos.
La entrada al monasterio es completamente gratuita y está abierto hasta las 20:00. Como he dicho antes, nosotros fuimos en coche de alquiler pero hay excursiones que te enseñan Rila por un precio muy interesante:
Finalizada la visita volvemos a Sofia (son algo más de 120 kilómetros pero la carretera no es muy buena por lo que se tardan casi 2 horas).
Nuestra intención era visitar también los famosos «Siete lagos de Rila» que dicen que son preciosos y están a unos 90 kilómetros del monasterio pero la carretera no es muy buena y Maps nos decía que íbamos a tardar 2 horas… es decir se nos iba a echar la noche encima. Por eso volvimos al hotel a recargar energía.
Mañana empezaremos nuestro recorrido por Bulgaria. Próxima parada: Plovdiv.
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